Todo ser humano posee tanta belleza,
tanto que aprender del propio universo,
dadnos la oportunidad de un tiempo propio,
la necesidad de espacios que evoquen este llamado.
¿Qué va primero, hablar o escuchar?
Es tan claro cuando un entrenamiento trabaja
a base de darnos el tiempo y la oportunidad de ver
delante nuestro el “éxito”, el “fracaso”
como una generosa puerta que trasciende lo
emocional.
Perdernos y reencontrar el camino
en la magnitud auténtica de lo que somos.
Espíritu vivo dentro y fuera de un cuerpo humano.
Tronco, ramas y flores,
un canto generoso a nuestra humanidad.
Todo nace en nuestro pecho,
el coraje de afinarnos requiere mucha,
pero mucha generosidad.
Todos sabemos donde nos aprieta el zapato.
Replantear nuestra manera de movernos,
nuestro sistema de pensamiento,
en pos de una verdad
que pulsa impecable delante de nosotros.
Todo lo que nos hace mejor persona,
nos hace ocupar nuestro lugar.
Aprender humildemente
que no es a través de nuestros ojos,
que es a través de los ojos del espíritu
donde tú y yo nos encontraremos.
(Publicado originalmente en la revista AhoraYoga Nº 13)
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